domingo, 3 de junio de 2012

Hacia un modelo de escuela reflexivo (Ensayo)








El modelo tradicional de la situación enseñanza-aprendizaje ha estado con nosotros por cientos de años y todavía lo está; y es posible que lo esté por mucho tiempo, aún después de que la tecnología educativa haya desaparecido.
Sin embargo, las transformaciones socioeconómicas, políticas, tecnológicas y culturales de las últimas décadas colocan en jaque los currículos y prioridades educacionales (qué enseñar), estilos de pedagogía y andragogía (como enseñar) y la propia institucionalización de la enseñanza (quién tiene el poder de enseñar y validar el aprendizaje), impulsándonos hacia un nuevo paradigma educacional.
El papel del alumno, del profesor, de la evaluación y hasta la propia definición de lo que es saber, están siendo repensados en la medida en que los computadores y las redes electrónicas ocupan  los espacios tradicionales de aprendizaje, ofreciendo innovaciones de imágenes, sonido, movimiento, hipertextualidad, virtualidad y realidad virtual.
Con la incorporación de la telemática al proceso de enseñanza-aprendizaje, el diseño instruccional se ocupa no sólo de planear, preparar, proyectar, producir y publicar textos, imágenes y gráficos, ahora enriquecidos con sonido movimientos y simulaciones, sino también de valorizar la interacción humana. El foco de Internet está sobre el trabajo en red (net-work) y no sobre la entrega en red (net-delivery). Esta percepción implica que la educación en línea es una educación distribuída, que valoriza tanto el proceso como los resultados.
Reigeluth (2000) sostiene que el modelo educativo requerido en la nueva era de la información tiene como rasgos más notables el aprendizaje cooperativo, la reflexión, las habilidades de comunicación, las aptitudes para resolver problemas y construir significados, y el papel del docente como preparador cognitivo o facilitador del aprendizaje.
Es así como muchos educadores han enfocado su mirada sobre el constructivismo y el aprendizaje basado en problemas. Bajo este enfoque se comprende la investigación como un proceso de comunicación, un proceso dialógico, ya que el hombre está de forma permanente en una relación de comunicación dentro de los diferentes espacios sociales donde vive. La comunicación ha sido también muy considerada por el constructivismo social como vía de construcción del conocimiento. El énfasis en la comunicación como principio epistemológico está centrado en que una gran parte de los problemas sociales y humanos, de forma general, se expresan, ya sea de forma directa o indirecta, en la comunicación de las personas.
El aprendizaje basado en problemas (ABP) consiste en el planteamiento de una situación problema, donde su construcción, análisis y/o solución constituyen el foco central de la experiencia, y donde la enseñanza consiste en promover deliberadamente el desarrollo del proceso de indagación y resolución del problema en cuestión. Suele definirse como una experiencia pedagógica de tipo práctico organizada para investigar y resolver problemas vinculados al mundo real, la cual fomenta el aprendizaje activo y la integración del aprendizaje escolar con la vida real, por lo general desde una mirada multidisciplinar.
La investigación representa un espacio permanente de comunicación. La persona que participa de la investigación se va a expresar como resultado de una necesidad personal, que se irá desarrollando de forma creciente dentro del propio espacio de investigación a través de los diferentes sistemas de relación que se constituyen en el proceso.
Hoy en día, bajo el influjo de la corriente constructivista, aumenta aún más el interés por los enfoques integradores basados en actividades que fomentan el pensamiento complejo y el aprendizaje centrado en la práctica mediante el afrontamiento de problemas significativos, situados en el contexto de distintas comunidades.
La importancia del ABP estriba en que las aulas que trabajan con este enfoque se convierten en comunidades de aprendizaje donde la información y la construcción del conocimiento son actividades colectivas que generan interés y compromiso en los alumnos. Los miembros de una comunidad de aprendizaje donde se trabaja el ABP experimentan y se hacen expertos en el diálogo, la tutoría, la enseñanza recíproca, las estrategias  de interrogación y argumentación, así como en habilidades que permiten la integración y transferencia de los conocimientos.